¿Quién no ha tenido alguna vez la fantasía de hacerlo con su pareja en un probador de alguna tienda? Para los que lo habéis hecho ya, tal vez quede como un recuerdo lejano en vuestro pasado de locuras o puede que lo hayas repetido más de una vez. Aquellos que no lo habéis hecho aún seguro que lo estáis deseando. Y es que el morbo nos puede… Cuando sabemos que nos pueden pillar, nos pueden ver y nos pueden llamar la atención… es cuando más ganas nos entra de hacerlo y es el momento que más excitados estamos. Desde el acogedor y caluroso probador, escuchamos lo que pasa fuera, el ir y venir de los dependientes o de los clientes que se encuentran en probadores contiguos. Los oyes pero no te ven… aunque te podrían ver y ahí está el principal motivo que sustenta el morbo y el deseo.
Para aquellos que aún no lo hayáis hecho, probadlo, la adrenalina que recorrerá vuestro cuerpo os hará excitaros hasta tal punto que pierdas la noción del tiempo y del lugar y no sepas ni donde te encuentras. Sin embargo, también tiene sus cosas negativas. Por ejemplo, la luz que tienen los probadores es muy traicionera y nada (ni el más mínimo desperfecto) para desapercibido. ¿Lo bueno? Que en ese momento pensarás en todo menos en ese grano que te ha salido justo en la mejilla. Otro inconveniente es que os llamen la atención. Este suele ser el motivo principal por el cual muchas parejas no se atreven y/o por el cual muchas que lo han hecho, tuvieron que dejarlo “a medias”. Aún así, es una experiencia única y de la que te acordarás toda tu vida. Además, seguro que de esta manera, más de un chico se animará a acompañar a su pareja de compras. Claro, por si acaso…

Hacerlo en lugares público, como en un probador, es una muy buena manera de salir de la rutina. Sí, esa mala consejera que hay que evitar y a la que no hay ni que saludar. Quien dice en un probador dice en otros lugares “prohibidos”: los baños de un restaurante o de un tren, en la playa, en la calle… una serie de lugares donde cabe la posibilidad de que seas visto y eso enciende nuestro deseo y el deseo es nuestro gran motor. No nos engañemos, en el fondo, todos somos un poco exhibicionistas y nos va el riesgo. Y si no es así, ¿por qué no nos conformamos con hacerlo en la cama?
Fuente imagen: Conejo Frustrado