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Un viaje excitante y caliente

Categorías: Relatos, Sexualidad
 
 

Le esperaba un viaje largo. Había cogido el tren a las siete y media de la noche dirección Valencia y le quedaban tres horas y media para pasar el tiempo como podía. No estaba acostumbrada a viajes en tren de más de una hora, por lo que sentía que se iba a aburrir mucho. Para colmo, nada más entrar en el tren vio que le tocaba estar en estos asientos de cuatro, de cara a otros y sin mesa. "Empieza bien el viaje", pensaba, "con la de vagones y asientos que hay me toca este". Esos refunfuñeos duraron 5 minutos más: lo que tardó en llegar el que iba a sentarse en el asiento de al lado, su compañero de viaje.

Alto, moreno, guapo y que transmitía algo que hacía que ella quisiera sentirse suya. Se puso nerviosa y más cuando sentía su calor corporal y no podía mirarlo sin que quedara disimulado. Se pasó la primera hora mirando por la ventana, fantaseando con lo que podría hacer con eso chico, cómo lo pasarían en una noche loca. No podía con el fuego que se le encendía y le quemaba por dentro cada vez que pensaba en ello. "Es que, encima, huele bien", se decía, frustrada de sentirse así por dentro y no poder satisfacerse. Sin querer tocaba sus muslos con los suyos y miraba a su derecha disimuladamente y le veía el musculoso brazo y sus increíbles manos escribiendo en un móvil. Manos que podrían hacer maravillas ahí abajo... No podía más.

Se levantó, tropezando con él y con los de enfrente sin pedir perdón y salió a la zona que queda separada de la de los asientos mediante una puerta, apoyándose en la entrada del vagón. Respiraba aceleradamente y su objetivo era calmarse y volver a su sitio sin estar caliente por dentro. "Va, tú puedes, piensa en otra cosa...piensa en...", de repente, una voz le hizo cortar su pensamiento. "¿Estás bien?", dijo la voz. Ella miró y casi le da algo cuando ve que era él, el chico del asiento de al lado, el culpable de que se sintiera así. Ella le contestó que sí, que se había mareado un poco por ir sentada en dirección contraria a la del tren ("mierda, ¿Seguro que estoy sentada en sentido contrario al de la marcha?", pensó). Él pareció creérselo y cuando parecía que se iba de nuevo a su asiento, se giró hacía ella, la miró y empezó a acercarse a ella. Ella no se lo podía creer, "¿Qué hace? ¿Por que se acerca tanto?". Se siguió acercando y cuando ya estaba casi rozando sus labios con los de ella le preguntó: "¿Hasta dónde vas?". "Hasta Valencia", le contesta ella. "Perfecto, aún nos queda tiempo para disfrutar y llegar a otro sitio juntos...". Y la besó. O fue ella la que al final produjo el contacto labial, nerviosa por tenerlo tan cerca y que se arrepintiera y cambiara de opinión.

Se empezaron a besar muy efusivamente y pasando las manos por partes del cuerpo políticamente correctas pero con ganas de ponerlas en otros sitios más húmedos. Ella, decidida como era para algunas cosas, le cogió la mano y lo llevó al baño, que estaba justo al lado de donde estaban. Entraron en el minúsculo lavabo, se arrancaron parte de la ropa, él se puso un condón que llevaba en la cartera que estaba en el bolsillo de su pantalón, la levantó como pudo en el reducido espacio, la puso apoyada en la pared sujetándola y besándola. Ella estaba tan caliente que sólo quería sentirla dentro. Al fin, la penetró fuertemente y los dos llegaron a ese sitio que él decía: al orgasmo. En total, no pasó ni media hora, por lo que les quedó tiempo para ir al bar del tren y contarse sus vidas. Contarse cosas como, por ejemplo, cómo se llamaban, a qué se dedicaban y darse algún dato, como el móvil o facebook, para poder contactar luego. Si se volvieron a ver sólo lo saben ellos pero que un viaje que iba a ser aburrido se convirtió en excitante y único no cabe duda.

Ahora os podéis preguntar: ¿Todo esto pasó o fue fantasía de la chica mientras miraba por la ventana? Ah, por cierto yo voy ahora en un tren... Y en un asiento de cuatro.


Publicado el 08/07/2011 20:13:06 por Lucre
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