Hoy vamos a destinar estas líneas a vuestra salud sentimental y al Whatsapp. Sí,
una vez ya hablamos del Whatsapp y sus efectos en las relaciones de pareja pero vemos que muchas personas continúan viéndose afectadas por esta aplicación y que es un tema a tratar.
¿Cuántos de vosotros mira la última hora de conexión de otra persona que os interesa? Muchos de nosotros lo hacemos, y no es malo, hasta que lo conviertes en obsesión y te pasas el día mirando cuánto hace que se ha conectado, por qué no se ha conectado, por qué se ha conectado, qué hace en línea y no me contesta. Llegado ese punto tenéis que deciros ¡Stop! ¿Os lleva a alguna parte pensar eso? ¿Es concluyente imaginar cosas por el simple hecho de una hora concreta de conexión? Si se ha conectado la última vez a las 5 de la mañana, no tiene por qué significar que ha estado despierto hasta esa hora, que ha estado por ahí, que ha estado con otro o con otra... puede, simplemente, que se haya levantado un momento de la cama a beber agua y se haya conectado para ver qué tenía.

Otro ejemplo es ver cómo está conectado o conectada y no te está escribiendo a ti. ¿Qué hace? ¿Con quién habla? Y seguro que empiezas a pensar mal y a suponer que está ligando con otras personas y que de ti ya se ha olvidado. Las personas somos muy egocéntricas y siempre relacionamos el comportamiento del otro con nosotros, en plan "no me está escribiendo a mi porque ya no le intereso". Y, en ese momento, quizá le empiezas a echar en cara cosas cuando la otra persona no sabrá ni a qué te refieres. Al final, lo que conseguirás es o que te bloqueen o que opten por desactivarse la opción de "última hora en línea". O, mejor aún, quizá deberías ser tú quien opte por esa solución, así dejarás de mirar esa información que te lleva por un camino obsesivo.
Lo mejor es que os dejéis de tonterías, que no le deis importancia a ese dato que proporciona esta aplicación y disfrutéis de lo que os proporciona esa persona en concreto. Y más en un día como hoy, sábado, en el que podéis disfrutar la tarde tomando algo en una terraza, yendo a la playa y, luego, acabar el día cenando con él o ella, con un increíble final: un sexo desenfrenado y caliente. ¿A qué es mejor pensar y vivir eso que obsesionarse con el Whatsapp?