El otro día me puse a pensar en lo poco que nos conformábamos antes.
Cuando teníamos nuestra primera relación, las primeras semanas, con sólo verle o verla éramos felices. Sólo necesitábamos el tacto de su piel. Después, pasábamos a los besos y podíamos estar besándonos horas y horas como si no hubiera nada más que hacer en el mundo y como si necesitáramos los besos para respirar.
Con el tiempo, nos empezamos a atrever a meter un poco la mano por debajo de los pantalones, a realizar sexo oral y, finalmente, más adelante, damos el gran paso y nos fundimos con el otro sintiéndolo dentro.
Todas estas etapas, solían estar muy escalonadas en el tiempo ya que la penetración no era uno de los objetivos. El objetivo era estar con él o con ella.
Con la edad, y con el hecho de dejar de ser virgen (una vez lo pruebas, es más fácil volverlo a probar) todo eso va cambiando. Todas esas etapas se entremezclan en el tiempo y, muchas veces, todas pasan en un lapso de tiempo menor a un día.
Ahora ya no somos tan inocentes y ya no tenemos tanta paciencia. Cuando conocemos a alguien que nos atrae sexualmente no esperamos ni meses ni semanas (me atrevería a decir que ni días) para practicar sexo con él. Si, por ejemplo, estamos en una discoteca y conocemos a alguien que cumpla los requisitos que queramos para pasar un buen rato, salimos con él de la disco dirigiéndonos a algún lugar donde poder calmar nuestro deseo de ser penetrado o de penetrar. No concebimos la idea de conocer a un chico o una chica y estar quedando de vez en cuando con él o ella y no besarnos ni pasar a algo más. Es más, llega un punto que, si aún no ha pasado nada pese a quedar constantemente, nos deja de atraer esa persona y es más fácil que pase a ser amigo que a ser rollo o potencial pareja.
¿Qué es mejor? ¿Como actuábamos cuando no teníamos casi experiencia o como actuamos ahora? Nada de mejor ni peor, es diferente. Son diferentes formas de actuar que se adaptan a cada circunstancia y edad. Y es un hecho que nos hace pensar en cómo hemos cambiado y en lo poco que nos conformábamos… Haz la prueba y con tu pareja, por ejemplo, prueba a estar horas besándote sin que haya tocamientos internos y mucho menos penetración. ¡A ver si aguantáis!